La fugacidad de la existencia humana y la pérdida de sensibilidad ante nuestro mundo debido a la habituación producida por la rutina y la monotonía…
«Estar melancólicamente encantado y melancólicamente conmovido; cuando las cosas nos conmueven; y nuestro “yo”se funde con el mundo exterior. Puede que sólo sea una conciencia más aguda de la naturaleza fugaz de las cosas que nos hace disfrutar con más alegría de las cosas sencillas de la vida»…
Fuimos a “mi” Japón con un guión, que dejamos abierto, ahora, dejar de controlar me parecía más interesante y más “bondadoso” que afirmar el control. El abad de Sojiji, en el monasterio de Notto, que nos había concedido un permiso para rodar, parecía un poco desconcertado con nuestro proyecto. Pero, tal y como se exige en la filosofía Zen, sentía mucha curiosidad por nuestra “mente de principiantes”. La finalidad de esas reglas: observar con esmero las reglas permite al individuo recuperar la presencia divina. Se trata de hacerlo todo y en todo momento con la máxima entrega, descubrir el universo en las actividades más mundanas; en otras palabras, descubrir la presencia divina incluso en una bayeta para el polvo.
Doris Dörrie, cineasta alemana, describe en este artículo:
You’re the geratest!
JMHO
You are geniuses!
Greetings from New York